En este libro inclasificable, acaso la contribución más insólita de la Nobel surcoreana, Han Kang se bate en duelo con lo invisible, lo hipotético, lo puro, lo imaginado, lo inasible, lo desaparecido, lo limpio, lo llano, lo gélido, lo hueco, lo silencioso; lo blanco, en definitiva, como sinónimo de pérdida o vacío irreemplazable.