🦄 La libertad financiera es como los unicornios: linda, pero no existe (al menos no para el 99% de los chilenos)
¿Alguna vez te has preguntado por qué no estás viviendo en el Caribe, tomando sol con un mojito (o tu trago de preferencia) en la mano mientras tus inversiones te generan ingresos pasivos en piloto automático? Ninguno de nosotros es culpable por no estar ahí.
La promesa de la “libertad financiera” —esa fantasía donde dejas de trabajar a los 40, vives de tus rentas y te puedes ir a esquiar a mitad de semana— la han repetido como mantra algunos finfluencers nacionales y extranjeros. Pero cuando salimos a la calle, nos encontramos con cifras poco inspiradoras.
Según el INE, con datos publicados el año pasado, la mitad de quienes trabajan en Chile gana $582.559 líquidos o menos. Es decir, el grueso de los chilenos antes de invertir tendría que lograr capear los gastos del mes. Solo un 23,6% de las personas ocupadas recibe más de $1.000.000, y apenas un 2,8% supera los $3.000.000.
¿Hay que tirar la esponja frente a esta realidad? No se trata de eso. Porque aunque la libertad financiera sea un privilegio reservado para pocos casi nadie, sí podemos avanzar hacia algo más realista: autonomía financiera. Tener un fondo de emergencia, salir del endeudamiento o decirle que no a un mal empleo. Esa también es una forma de libertad.