Criticó la especulación financiera y las prácticas usureras. Llamaba a las instituciones a dejar de mirar solo la ganancia y a preocuparse por quienes quedan fuera del sistema.
"Conviene evitar una concepción mágica del mercado, que tiende a pensar que los problemas se resuelven solo con el crecimiento de los beneficios de las empresas o de los individuos", dijo en Laudato Si’.
Hasta el final, el Papa Francisco soñó con una “economía de paz”, capaz de perdonar deudas y dar nuevas oportunidades. Algo clave en un mundo donde el dinero —cosa de ver los sucesos que se toman la agenda— es el que determina nuestro futuro.