El jueves
publicamos un reportaje sobre el abogado Iván González, conocido como “El González” en redes sociales. Con más de 1,5 millones de seguidores, se hizo viral por sus consejos directos para enfrentar deudas con bancos, retail financiero e incluso con la Tesorería. Parte de su éxito se debe al carisma y la empatía que exhibe al entregar algo de tranquilidad a quienes están morosos.
El problema es que, aunque simples y atractivos, sus mensajes omiten algunos riesgos y pueden tener consecuencias graves: embargos, demandas, exclusión financiera y, en última instancia, quedar fuera del sistema formal.
No es un fenómeno nuevo. Con Felices y Forrados vimos cómo recomendaciones masivas afectaron la rentabilidad de todos los afiliados a las AFP. Algo similar ocurre aquí: si se normaliza no pagar, aumenta el riesgo de sistema y terminaremos todos enfrentando tasas más altas, evaluaciones más duras y condiciones más restrictivas en el acceso al crédito.
Lo más delicado es que González minimiza los riesgos. No todos los casos son iguales y, cuando alguien queda fuera del sistema, la alternativa suele ser el crédito informal, donde ya no es un receptor judicial el que toca la puerta para cobrarte, sino alguien vinculado al crimen organizado, con cobros violentos y amenazas a familias completas.
También está la responsabilidad de quienes difunden mensajes en redes. Aunque un influencer diga “esto no es una recomendación”, en la práctica sí lo es. Y hablamos de temas sensibles: salud, crianza, educación, finanzas y tantos otros, muchas veces cruzados por los conflictos de interés y la publicidad encubierta. Por lo menos en el caso de los finfluencers, la CMF ya exige que se registren como asesores para hablar de inversiones.