🔐 El 1 de agosto marcó
el fin de las tarjetas de coordenadas en la banca chilena. Tras décadas de uso, quedaron obsoletas por decisión de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), que exigió su
reemplazo por métodos de autenticación más robustos, una norma que continuará su implementación hasta el próximo año.
La medida apunta en la dirección correcta: todos los bancos ya contaban con soluciones más seguras y venían impulsando su uso desde hace años. Las primeras apps "Pass" para autorizar operaciones salieron al mercado hace justamente 10 años. Pero una cosa es avanzar en seguridad, y otra muy distinta es dejar abajo a los adultos mayores y personas que presentan brechas digitales.
La CMF dio apenas un mes y medio de plazo entre la publicación de la norma y su entrada en vigencia. Un plazo exigente, considerando la necesidad de interpretar e implementar los detalles técnicos de la normativa, en un contexto donde la banca ya enfrenta una fuerte carga regulatoria y un potencial impacto en segmentos que requieren más apoyo.
Hay que avanzar en ciberseguridad, pero hacerlo de manera gradual permite reducir fricciones y minimizar el riesgo de exclusión. La CMF, como regulador, no puede desentenderse del impacto que generan sus decisiones.